JULIA DÍAZ DELGADO


CURSO 2017/2018

ATRÉVETE A PENSAR
CONCURSO DE FILOSOFÍA  (TERCERA CONVOCATORIA)
Tercer premio. 



Julia Díaz Delgado.
I.E.S. Andrés Laguna, 1º A de bachillerato.
Tercer premio.



(Opción A, “El hombre prefiere querer la nada a no querer”: Nietzsche)

            El ser humano; el azar y los millones de años de evolución que desembocan en un individuo tan complejo. El humano es consciente de sí mismo, de su entorno y origen, desarrolla y procesa información con un rango amplísimo pero, quizás, lo más abstracto en el hombre sean sus sentimientos; esas fuerzas casi incontrolables que sentimos e incluso, a veces, queremos hacer sentir.
            Llamo a este concepto abstracto por la incapacidad de control que posee, los sentimientos son indómitos, se podrían incluso catalogar como el ámbito en el que radica la frustración humana ya que, como seres, esa ansia de comprender y controlar que nos caracteriza ser ve imposibilitada ante un concepto tan azaroso.
            La felicidad, tristeza, euforia… Nos caracterizan como seres y son vitales en nuestra vida. Nos condicionan y nos definen como individuo.
            Así, cada individuo es único a lo que a sentimientos se refiere y el conjunto de estos es siempre cambiante. Podemos incluso llegar a hablar de la inteligencia emocional y como se dice que un individuo está más desarrollado cuanto más y mejor comprenda este campo de las “emociones” (no solo propias sino de los demás); esto de “comprender” emociones de los demás, pese a la ayuda que pueda plantear en  infinitas situaciones sociales (entre otras), es también una condena.
            Me explico: un hombre racional que sabe que su compañero es feliz con algo concreto se esforzará (si ese compañero le es importante, claro) en procurarle esa felicidad a veces incluso, hasta pasando por alto el bienestar o necesidades propias.
            Esto también nos puede hacer llegar a la  conclusión de que el egoísmo de las actuales sociedades desarrolladas tiene justificación. Por ejemplo, E.E.U.U., una de las potencias económicas mundiales, tiene la capacidad de mejorar la situación de vida de cualquier país subdesarrollado y, aun así, sigue invirtiendo en su propio desarrollo.
            ¿Es este egoísmo aceptable? ¿Es necesario Pese a su carácter no ético, sí que es verdad que el desarrollo científico, tecnológico, económico… que esta conducta nos plantea desemboca en un desarrollo como especie. ¿Crea esta conducta cierta insensibilidad?
            En mayor parte sí; podemos observar como las nuevas generaciones están cada vez más insensibilizadas con los aspectos emocionales (ya sea que no les afecte o importe la desnutrición en cualquier colonia africana o incluso, aplicándolo a un ejemplo del día a día, que un niño no tenga comida en el recreo; al niño le dará igual siempre y cuando él tenga la suya),
            Lo que quiero decir es que, si, el hombre siempre tendrá emociones y éstas seguirán siendo prácticamente incontrolables pero, también, podemos ver como, en cierto modo, el avance social, científico… como especie nos hace presentar cada vez una mayor carencia de lo que llamamos inteligencia emocional y empatía.
            Podríamos decir incluso que esta no dependencia en los sentimientos nos libera como individuos pero acaso, ¿no nos haría menos humanos?
            Así me gustaría terminar replanteando el aforismo comentado ya que podríamos decir que antes “El hombre prefería querer la nada a no querer” pero actualmente. “El hombre no se ve en necesidad de querer”.


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