OLIMPIADA FILOSÓFICA
OLIMPIADA
FILOSÓFICA
Para acompañar a Beatriz se
desplazaron cuarenta de nuestros alumnos a la universidad de Salamanca. Los
actos tuvieron lugar por la mañana en la facultad de filosofía (campus Unamuno)
y por la tarde en la de traducción (plaza Anaya). El programa era el siguiente:
Programa de
actividades.
El viernes por la mañana se inicia
el encuentro con un acto inaugural presidido por Efrem Yildiz Sadak (vicerrector
de relaciones internacionales), Ángel Morín Ramos (director provincial de
educación), Antonio Notario Ruiz (decano de la facultad de filosofía) y David
Jiménez Castaño (presidente de la Asociación Olimpiada Filosófica de Castilla y
León); junto a ellos estuvo la concejala de cultura que nos dio la bienvenida.
El cerebro del invento fue nuestro compañero Antón M. Seoane, profesor del
instituto Venancio Blanco.
Eso fue a las once y cuarto. A las
doce los alumnos finalistas (entre ellos nuestra compañera Beatriz) sufrirán
una encerrona donde serán recluidos en oscuros recintos en los que competirán
por los tres premios); a la misma hora el resto de asistentes escucharán la
conferencia de Daniel Rosende, “Narciso cambia el reflejo del agua por un Smartphone”
(Rosende es autor del libro Filosofía
para bípedos sin plumas, una historia de la filosofía desenfadada y amena
que se presenta a sí misma como filosofía para gamberros); seguirá una
“desconferencia” (ahora veremos lo que es) sobre “realidad y apariencia en el
mundo actual”.
Por la tarde estaba previsto un
“breakout edu” (“escape room” urbano) desde la facultad de

traducción en la plaza de Anaya: doscientos participantes divididos en ocho equipos identificados por camisetas de diferente color tendrían que buscar pistas para resolver unos enigmas, y esos enigmas les permitirían abrir las cajas que contendrían la solución a los misterios planteados. Después, a las siete de la tarde, un cine-forum: “Black Mirror. The Waldo momento”.
Llegamos al sábado. A las nueve de
la mañana se publicará la lista de autores seleccionados para su defensa oral,
que tendrá lugar a las nueve y media. A las once se programaba un café
filosófico y un taller, sólo para finalistas, de guión de You Tube educativo a
cargo de Daniel Rosende. A las doce y media Marc Amorós, autor del libro Fake news. La verdad sobre las noticias
falsas, disertará sobre el tema “¿Qué prefieres, leer noticias falsas o comer
caca?” Tras la entrega de premios, a la una y cuarto, tendrá lugar el acto de
clausura, que será presidido por María Teresa Fuentes Morán, decana de la
facultad de traducción y documentación.
Tal era el programa con que nos
amenazó la organización; nosotros, por definición, sólo nos quedamos el
viernes, con lo que el sábado no pudimos acompañar a Beatriz; después nos
enteramos de que hubo algún instituto que durmió en un albergue juvenil y pudo
quedarse; y de las actividades del viernes, sólo pudimos estar en las de la
mañana; qué pena.
Llegada a
Salamanca.
Llegamos a la ciudad y antes de entrar en la
facultad tuvimos algunos problemas con la vejiga (no precisamente natatoria);
tras resolverlo detrás de un árbol, aquello causó un efecto llamada y el primer
lugar de la filosofía más visitado no fue la metafísica, sino los servicios de
la facultad. Resuelta la incidencia, entramos en el salón de actos “Adolfo
Suárez” presidido por un cartel con la representación geométrica de una
lechuza; a la entrada nos esperaba una mesa con carteles, trípticos, pulseras,
pins, bolígrafos y folletos de la universidad; para los finalistas había sendas
bolsas con diversa documentación. Y
entramos.
Conferencia.
Podían entrar 400 personas pero no
cabía ni un alfiler de perfil; bueno, algunos huecos sí que había, pero pocos,
muy pocos. Tras la ceremonia de presentación empezó la conferencia de Daniel
Rosende, de contenido interesante pero expresión poco atractiva. Durante 45
minutos desgranó un rosario de ficciones que hay que rebatir: que todos tenemos
las mismas oportunidades (falso: el 90% de las personas que nacen ricas mueren
ricas con independencia de lo que se esfuercen); que estamos mejor informados
que nunca (falso: estamos sometidos a tanta información que no podemos usarla,
y eso tiene el mismo efecto que una censura); que creemos saber cuáles son los
idiomas más hablados (ignorando que entre ellos está el bengalí); o que el machismo
está superado (la mayoría de las películas no superan el test de las tres
preguntas: si hablan al menos dos mujeres con hombres, si hablan entre sí en cualquier
momento de la película y si hablan de algo que no sea un hombre). Seguimos
creyendo que la tierra es plana, que las vacunas producen autismo y que las
pseudociencias funcionan. También creemos tener una verdadera democracia
cuando, habiendo más de 30 000 muertos por armas legales y prácticamente
ninguno protagonizado por refugiados, todavía Trump consigue hacer creer que el
problema de la delincuencia es la inmigración.
Unboxing
philosophy.
Finalmente Daniel Rosende nos
muestra lo que es “unboxing philosophy”; y lo hace tomando como ejemplo un
corto de menos de diez minutos donde se resume el pensamiento de Hannah Arendt, y que, tras un breve
repaso biográfico, queda como sigue:
La vida contiene tres tipos de
actividades:
Labor,
que sostiene la vida y responde a la necesidad.
Trabajo,
que nos da mundanidad frente a la naturaleza.
Y acción, que nos abre a la pluralidad de la condición humana.
Acción. No dejarse llevar por el
rebaño. Enfrentarse a la banalidad del mal. Porque hay dos tipos de mal: el mal radical, que se hace sabiendo lo
que vamos a hacer y no nos importa; y el mal
banal, tal como lo vemos en Eichmann, que se presenta como un necio que
obedece las órdenes sin cuestionarlas; que frente al respeto a la ley, que
encontramos en Kant, Hannah Harendt contesta: siempre que la ley sea
respetable.
También se habló de los derechos de
los animales, fundándolos en las emociones (Peter Singer) y no en la razón que
a ellos les falta (tal y como hacía Kant, que se los negaba porque no eran
capaces de pensar); frente a Kant, que sólo nos habla de lo que luego
llamaríamos derechos humanos, Singer sostiene que cualquier ser que tenga la
capacidad de sentir y sufrir merece consideración moral.
Daniel Rosende termina con la última
ficción: la que tú mismo has creado. ¿Quién soy? ¿Quién quiero ser? ¿Quién
aparento ser? ¿Hay coincidencia entre nuestro pensamiento y nuestra voluntad?
El turno de palabra vuelve al público bajo la rúbrica “preguntas, críticas,
amenazas”, y casi nadie toma la palabra: al revés que en la desconferencia.
¿Por qué, bruscamente, florece la palabra entre el público? ¿Qué es una
desconferencia?
Desconferencia.
Durante la última parte de la
intervención de Rosende la sala era recorrida por gente que daba papelitos a todo
el mundo. Contenían un garabato que había que escanear en el móvil y un enlace:
en ambos casos se accedía a un lugar donde el público podía hacer preguntas.
Cuando el coordinador, provisto de un ordenador, empezó a hablar, había más de 60;
cuando el ponente empezó a contestar a la primera ya el micrófono se paseaba
por la sala y el público se lo quitaba de las manos; al instante eran 200 las
preguntas que había en la pantalla y el micrófono no paraba de caracolear; al
final de la sesión conté no menos de 30 intervenciones del público (así, a ojo)
y unas 400 preguntas en la pantalla. El ponente fue el que menos habló. El
público tomaba la palabra a pesar de que más de dos horas sin pausa acusaban el
cansancio; algunos tuvieron que salir a tomar el fresco o a atender
necesidades, pero el grueso de la sala estaba allí, plantado en sus asientos;
de 400 personas que había unos 300 no se habían movido de ellos. He aquí
algunas de las cosas que se dijeron:
¿Se pueden criticar los supuestos
del feminismo? Sí, pero no de su caricatura; se trata de hacerlo sin llevar la
anécdota a categoría.
No hay alumnos vagos; los alumnos están
deseando hacer cosas, pero divertidas.
Conviene ir dejando de usar el
lenguaje inclusivo: en la teoría de la evolución (por citar un ejemplo) sólo
aparecen hombres. La hipótesis de Sapir-Worf está volviendo a la palestra, el
lenguaje sí que importa.
Y una pregunta del instituto Andrés
Laguna (después me enteré de que estaba en el móvil de Sofía Mchiri): sobre la
cuestión de qué reflejamos ser en las redes, Sofía le dijo al ponente:
¿Qué recomiendas, que nos mostremos
como somos en realidad o que hagamos como los “influencers”? Creo que en la
mayoría de los casos cuando uno se muestra como es sólo consigue
vulnerabilidad.
Ésta fue la respuesta del ponente:
Sí, nos volvemos vulnerables.
Necesitamos posturear porque la auténtica realidad es demasiado frágil. ¿No hay
otra solución en las redes? Unas veces porque presumimos y otras porque nos
defendemos, ¿las redes están condenadas a no decir la verdad? Quizá Daniel
Rosende, en su respuesta, no era consciente de que Sofía, con su pregunta,
había puesto el dedo en la llaga, en el nudo gordiano del tema del encuentro.
Otras preguntas de Sofía:
¿Cuántos de vosotros creéis que el
movimiento feminista acabará pro completo con el machismo? DE ser así ¿cómo
creéis que sería posible?
Te puedes hacer muy fuerte, pero en
algún momento ¿nada de lo que te digan después te afectará? Creo que las redes
sociales son necesarias y a veces imprescindibles; entonces ¿cuál podría ser
una solución a esa dependencia de redes sin deshacerse de ellas?
Una joven entre el público planteó
una respuesta maximalista: “yo”, dijo (cito de memoria), “he aprendido a controlar
mejor mi tiempo desde que salí de las redes sociales; son excesivamente
limitantes”. Citando a Black Mirror aparece el problema de desengancharse.
Alguien entre el público concluye: “¿qué hay de real y de apariencia, de
provocación y de rabia, ante lo que estamos diciendo?”, y el ponente apostilla:
“si reflejas lo que piensa y dice la gente, entonces empiezo a preocuparme”.
Una última pregunta: “¿filósofos
vivos?” Zizek, dice el ponente. La filosofía no te va a hacer feliz, pero te
puede ayudar a entender la mierda tan profunda en la que estás metido.
Despedida.
Fin de la mañana. Nos reunimos en
círculo para decidir lo que vamos a hacer y los profesores (Vicente y yo)
comprendemos que la sesión ha sido densa e interesante, pero cansada: se
acuerda tomarnos la tarde libre. No participaremos en el escape room, pero
también Salamanca tiene sus atractivos: y su cultura. Nos vamos a comer. Hasta
las seis, los chicos pueden perderse por la ciudad. Los profesores renunciamos
a participar en la asamblea de la Asociación Olimpiada Filosófica de Castilla y
León, prevista para las tres y media, y a pesar de que estábamos invitados a
comer en el colegio Oviedo nos vamos todos en el autobús, que nos estaba
esperando; no sin antes hacernos unas fotos de grupo a la puerta de la
facultad. El comportamiento de los chicos ha sido magnífico, y nos faltaba
Fuencisla. Salamanca nos deja, cuando el autobús enfila ya por la carretera de
Segovia, una rabia nostálgica cargada con las tintas del retorno.
Comentarios
Publicar un comentario